viernes, 28 de noviembre de 2014

Historias Breves.

Armin Meiwes

Más conocido, por la prensa, como el «caníbal de Rotemburgo». Este alemán publicó en internet un anuncio en el que solicitaba a alguien que quisiera ser asesinado y comido. Bernd Jürgen Armando Brandes, un ingeniero de Berlín –que declaraba ser bisexual, y consideraba que la violencia y la tortura eran los ingredientes esenciales de su vida sexual cotidiana– se presentó en casa del caníbal. Primero le cortó el pene, que intentaron comerse entre los dos. Después descuartizó su carne y la guardó en el congelador para comérsela en días posteriores. Fue detenido al año siguiente de cometer el asesinato, cuando ya se había comido más de 20 kilos de la víctima.

La red de las perversiones
Primero un cocinero ofreció a dos de sus ayudantes para ser degustados. Armin habría tenido la oportunidad de matarlo y devorarlo. Sin embargo, ante las dudas de la víctima, lo dejó marchar. El banquete sólo tenía sentido si la víctima también estaba de acuerdo en ser devorada.

En el chat conoció a Bernd Jürgen Armando Brandes, un ingeniero de Berlín. Bernd se declaraba bisexual y la violencia y la tortura formaban parte de sus rituales sexuales cotidianos. Se citaron primero durante un fin de semana donde pusieron a prueba sus instintos caníbales. Tras la despedida en la estación, Brandes lo pensó mejor y llamó a Meiwes para que lo recogiese. Quería probar otra vez.



Tras varias horas de conversación, Brandes quiso que el caníbal le amputase el pene. "¡Córtalo de una vez!", dijo la víctima. Con gran cantidad de alcohol y medicamentos, ya no sentía dolor. Bernd ingirió sus propios genitales. Meiwes cortó el pene en dos trozos y los cocinó para ambos.

En cuanto a los motivos que llevaron a la víctima a ofrecerse, Armin manifestó que no entendía el sentimiento de felicidad que Bernd experimentaba. Meiwes asesinó posteriormente a su víctima en la mesa de descuartizar y grabó todo en cámara de vídeo. Descuartizó el cuerpo y conservó la carne, consumiéndola los días posteriores.

Los meses siguientes los pasó buscando nuevas víctimas. Esta actitud fue la que condujo a la policía a desenmascararlo. Un estudiante de Innsbruck denunció a Meiwes, que aseguraba en diversos foros haber probado la carne humana. En el recuento de respuestas se registraron varios centenares de víctimas, dispuestas a dejarse devorar por un caníbal. La policía lo arrestó un año después del asesinato.

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