miércoles, 29 de septiembre de 2010

Influencias Climáticas en accidentes de tránsito

El accidente de tránsito es la consecuencia final de un proceso en el que concurrieron actos (hechos) inseguros del conductor y, probablemente, condiciones inseguras del vehículo y/o entorno. Muchas personas consideran que “la causa” del accidente fue lo que ocurrió inmediatamente antes de sufrirlo. Sin embargo, cuando se procede a un análisis de los actos y condiciones que antecedieron al accidente, se suele descubrir que el proceso se inició horas o días antes de sufrirlo. Viajar en coche no es una aventura, pero requiere planificación, y planificar exige considerar aspectos como; nuestro estado de salud, el estado del vehículo, la predicción del tiempo, la densidad de tráfico esperada, la hora en la nos iremos a dormir antes de iniciar el viaje, la hora de levantarnos, la calidad y cantidad de sueño, la hora de salida, las paradas de descanso, la hora de llegada, las medicinas que estemos tomando, si viajamos solos o acompañados, etc. Si no planificamos, el viaje podría ser una experiencia agradable, desagradable, o lamentablemente trágica.

Todo conductor debe saber que conducir es una actividad mental compleja, realizada en un entorno cambiante, con constante toma de decisiones, y que se verá afectada si alteramos nuestra capacidad de percibir, procesar, decidir y, finalmente, realizar la maniobra. La noche altera nuestras capacidades, normalmente las disminuye, por lo que la conducción nocturna es una actividad de mayor riesgo que la diurna.
Un viejo adagio militar dice; “es mejor ver al enemigo que encontrarlo en la oscuridad”. La experiencia en la conducción nocturna es similar, “es mejor ver los obstáculos que encontrarlos de forma inesperada”. Un conductor puede recibir a través de la vista el 90% de la información del tráfico, y la calidad de lo percibido podría estar condicionada a su capacidad de percepción visual de un objeto. Esta percepción es el resultado de tres procesos simples:

Sensación luminosa, o la facultad de ver la luz, valorando sus variaciones de intensidad,

§ Sensación de las formas, o la capacidad de distinguir dos o más estímulos luminosos separados (es decir la agudeza visual)

§ Sensación cromática, o la capacidad de reconocer dos o más estímulos luminosos en términos de longitud de onda, es decir de reconocer el distinto colorido.

Estos tres procesos quedan alterados al reducirse la capacidad visual nocturna en 1/20 con respecto a la capacidad con luz de día. Esta menor capacidad visual somete a la vista y al cerebro a unos esfuerzos mayores para poder actuar con rapidez y eficacia. Lo anterior queda aún más agravado con condiciones climatológicas adversas. En caso de lluvia, el pavimento mojado absorbe una buena parte de las radiaciones lumínicas de los faros, este hecho es aún mayor si el riego asfáltico es oscuro.

No obstante lo anterior, muchos conductores manifiestan preferir viajar de noche que hacerlo de día, sus razones son variadas; menos tráfico, más fluidez, mayor relajación, mayor velocidad promedio, etc. Quizás desconozcan que durante la noche es mayor el número de conductores bajo los efectos del alcohol, drogas, fatiga, cansancio, y también los que voluntariamente realizan maniobras antirreglamentarias. Además, los servicios de emergencia podrían tardar más en llegar al lugar del accidente si tardan más en ser alertados. El resultado, a pesar de que el tráfico nocturno es un 40% del diurno, es que aproximadamente el 35% de los accidentes y 40% de las víctimas mortales se producen durante la conducción nocturna.

1 comentario:

Lager07 dijo...

Magnifico articulo publicado!!! me ha gustado mucho!.
Realmente los datos lo ignoraba. Seguramente se los comentaré a mis amigos!